AUTORA: AIGLETH LUNA
¿Quién soy?
Resulta significativo que los primeros astronautas, mientras eran preparados para sus vuelos a la luna, debieron dar veinte respuestas a la pregunta: "¿Quién es usted?"
Y es que el asunto de la identidad es un intrincado problema aun para los adultos. ¿Cuánto más no lo será entre los jóvenes? Desde que nos asomamos al mundo de los grandes hemos tratado de resolver este asunto. Y la primera cosa a la cual echamos mano es a buscar héroes a los cuales imitar.
Desconcertados ante la incógnita de nuestro propio yo, procuramos cubrirnos con trocitos arrancados de otras personalidades que nos resultan atractivas. Es como armar un puzzle con piezas de puzzles diferentes. Por supuesto, es bastante difícil que resulte de ello algo coherente. Es así cómo muchas personas, siendo aún mayores, nunca han logrado armar una personalidad real. Es como si viviesen con rasgos, ideas y propósitos prestados, y, a veces, incoherentes.
Amado joven creyente: ¿Quién eres tú, realmente?. Un hombre de Dios ha dicho: "Tú eres tres personas: Aquella que crees ser; aquella que otros piensan que eres; y aquella que Dios sabe que eres y que podrás ser por medio de Cristo".
LO QUE CREES SER
Lo más probable es que la imagen que tienes de ti mismo sea huidiza y cambiante. Ni tú mismo sabes qué y cómo eres. Y, además, no estás conforme con ella. Puede ser que en un momento estés relativamente conforme contigo, y luego, caes en el desánimo por largo tiempo.
El no estar conforme contigo mismo puede llevarte a momentos de gran depresión. Crees no estar a la altura de lo que esperan de ti, sientes que no eres digno de ser amado, y de hecho crees que no lo eres. Vienen argumentos a tu corazón que dicen que todo cuanto hagas será inútil, que no habrá una nueva oportunidad para ti, que tu problema no tiene solución. Oh, ¿quién podrá ayudarte?
LO QUE OTROS PIENSAN QUE ERES
Muy pronto te das cuenta que hay una disociación entre lo que crees ser y lo que otros piensan que eres. Así, surge la necesidad de ajustar ambas imágenes, cediendo del ser al parecer ser, o bien, buscando imponer a los demás claramente lo que crees ser.
A veces la imagen que proyectas te sirve de escudo, cuando de verdad sabes que no eres ni tan fuerte, ni tan inteligente, ni tan noble. Pero a veces ocurre lo contrario, la imagen que proyectas va en desmedro de lo que crees ser realmente. Y entonces luchas por mostrar quién realmente eres o crees ser. Sientes, o bien, que eres conceptuado muy positivamente o, al revés, que eres objeto de una tremenda injusticia.
También te darás cuenta de que esa imagen que proyectas está grandemente determinada por tu cuerpo, a veces muy a tu pesar. Como que te dan ganas de que haber tenido otro cuerpo, más afín a como tú crees que eres. Y tratas de introducir en tu cuerpo las modificaciones (aunque sea disfrazándolo) necesarias para alcanzar tu objeto.
LO QUE DIOS SABE QUE ERES Y QUE PODRÁS SER POR MEDIO DE CRISTO
Ante Dios y para Dios eres realmente lo que eres. No caben aquí falsificaciones ni hipocresías, no hay imágenes impostadas. Nada aquí es aparente; todo es real.
¿Y qué eres para Dios? Como ya has sido alcanzado por la luz de Dios, sabes perfectamente quién eres, porque Dios te lo ha mostrado por su Palabra.
Esto es lo que eres hoy para Dios. Sin embargo, hay algo más. Hay algo que tú puedes llegar a ser por medio de Cristo. ¿Qué es? Dios desea que tú llegues a ser en todo semejante al Señor Jesús. ¡Qué tremendo objetivo! Para lograrlo, Dios te trata como un Padre trata a sus hijos, es decir, amándote y sometiéndote a su disciplina, para que participes de su santidad.
En tanto, el Espíritu Santo hace un doble trabajo en ti. Por un lado, está restando cosas de ti y, por otro, está agregando la vida y el carácter de Cristo. ¿Cómo lo hace? Él dispone todas las circunstancias de tu vida para que, por medio de ellas -especialmente por medio de tus sufrimientos- este bendito carácter de Cristo se vaya plasmando en ti. De modo que, en algún tiempo más, seas más y más Cristo y menos Adán.
¿No es maravilloso? Lo que eres para Dios es ¡un pecador salvado y regenerado! Lo que puedes llegar a ser es ¡nada menos que semejante a Cristo! Después de conocer estas cosas, creo que nunca más caerás en el hoyo de la depresión, ni te verás jamás desamparado. Dios te ama, y te lo demuestra claramente cada día.
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Cómo vencer la timidez
Según los parámetros en boga en el mundo de hoy, el hombre exitoso es aquel que reúne, en su conformación Psicológica, entre otros, los siguientes rasgos: audacia, desfachatez e irreverencia. Los ejecutivos más codiciados por las grandes multinacionales suelen ser profesionales jóvenes, desinhibidos y poseedores de una alta autoestima.
La educación actual coadyuva a este mismo fin: los más cotizados colegios pretenden formar al joven para “los desafíos del futuro”, un futuro marcado, claro está, por la competitividad y el éxito a toda costa.
En esta perspectiva, la timidez es un problema. Un gran problema.
¿Qué pueden hacer los jóvenes creyentes para enfrentar el competitivo mundo en que les ha tocado vivir? ¿Han de asimilarse a esos modelos para sobrevivir y no ser atropellados en el intento?
La timidez puede ser un problema para triunfar en el mundo, pero para un joven creyente no lo es. Muchos de los más fieles siervos de Dios en tiempos bíblicos, y en la historia posterior, fueron personas extraordinariamente tímidas, con unos caracteres que hoy la Psicología puede etiquetar lindamente, y que, en lenguaje común pueden denominarse, simplemente, acomplejados.
Moisés
Moisés tuvo el privilegio de criarse como hijo de la hija de Faraón, en toda la sabiduría de los egipcios (Hechos 7:21-22), pero cuarenta años más tarde, cuando Dios le habló desde la zarza ardiente, él dijo: “¿Quién soy yo para que vaya a Faraón...?” y también: “¡Ay, Señor ... soy tardo en el habla y torpe de lengua.” (Exodo 3:33; 4:10).
¿Qué es esto? ¿No es timidez, “apocamiento”? Fue necesario que Dios derribara a Moisés del alto concepto de sí mismo que había llegado a tener en la corte de Faraón (Hechos 7:25), para poderlo utilizar.
Un Moisés osado habría sido un obstáculo para Dios a la hora de seguir las complejas instrucciones que le entregó respecto del tabernáculo y de la santidad que debían observar en todas las cosas. En el servicio a Dios no cabe la iniciativa personal.
Eliseo
Eliseo fue un gran profeta de Dios. En muchos aspectos fue más grande que Elías, su antecesor, y es también un hermoso tipo de Cristo. Tenía un gran llamamiento, y el poder de Dios estaba con él de manera asombrosa. Sin embargo, a juzgar por 2 Reyes 2:17, Eliseo era un hombre muy tímido.
Jeremías
Cuando Jeremías fue llamado al ministerio era muy joven. Lo primero que él dice cuando Dios le llama es: “¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño.” (Jer.1:6). Por naturaleza parecía demasiado delicado para enfrentar los peligros y dolores que habría de sufrir. Ante eso, el Señor le dice: “No temas... porque contigo estoy para librarte.” Y agrega: “Yo te he puesto como ciudad fortificada, como columna de hierro, y como muro de bronce...” (1:8, 18). Jóvenes así –dice un autor “tienen la sensibilidad de una niña, y el organismo nervioso de una gacela. Les gustan los bajíos, con su alfombra de arena plateada, más que las olas fuertes que prueban la fortaleza de un hombre... No obstante, personas como Jeremías pueden desempeñar un papel heroico en el teatro del mundo, si tan sólo permiten que Dios ponga el hierro de su fortaleza sobre las líneas de su debilidad natural. Su fuerza sólo se hace perfecta en la flaqueza.
Timoteo
A juzgar por las epístolas de Pablo a Timoteo, éste era un joven tímido, por eso las epístolas están llenas de exhortaciones, órdenes y palabras de aliento. El apóstol le dice: “Ninguno tenga en poco tu juventud.” (1ª, 4:12). Seguramente él tenía la propensión a menospreciarse a sí mismo, así que el apóstol lo alienta a comportarse como un siervo de Dios, y a que haga uso de la autoridad que Dios le ha dado (1ª, 1:3). Pero, consecuentemente con el servicio que él debe prestar, le aconseja también que no sea contencioso, sino amable para con todos, sufrido y manso (2ª, 2:24-25). Para un hombre extravertido y audaz es sumamente difícil atender a estos consejos. Además, un siervo de Dios debe tener la ternura de un pastor, quien lleva en sus brazos al cordero pequeño, y atiende a la oveja perniquebrada.
La timidez no es un problema
Así, pues, no creemos que la timidez sea un gran problema. Al contrario, una buena cuota de timidez es necesaria en un joven que teme a Dios. Ella pone al hombre más cerca de los demás, en la empatía, en la aceptación de sus debilidades, en el respeto por el otro.
La timidez te llevará a buscar tu fortaleza en Dios; te permitirá conocer el denuedo y el valor del Espíritu Santo en ti. Sabrás que, cuando es preciso ser fuerte, tú serás fuerte, porque Dios lo será en ti. Tu timidez te llevará a buscar tu seguridad en Dios. Si bien es cierto, ocasionalmente te puede dificultar el trato con las personas, pero también te evitará ser liviano en el trato con los demás.
Luego, con la edad, esa timidez juvenil que tanto te incomoda irá desapareciendo. El peligro mayor no está en que ella no se vaya, sino en que tú te vayas al otro extremo.
El ser osado de esta manera es algo que al mundo tal vez le pueda venir bien, pero a un cristiano le viene definitivamente mal.
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NO TE DES POR VENCIDO
¿Algún día te has despertado por la mañana y te sientes que no vas a poder con toda la carga que llevas dentro? Las cosas no pasan como tu quieres y crees que todo se esta cayendo a tu rededor. Quizás tienes tantos problemas que estas a punto de tirar la toalla. Quizás tu situación en casa no es la mejor o te has involucrado en el peor de los problemas de tu vida.
En ocasiones sentirnos así nos lleva a la depresión y nos lleva ha tomar decisiones incorrectas que nos atrapan y se convierten en una angustia que no se puede quitar. Hay muchas etapas en la vida que Dios permite que pasemos para que lleguemos a madurar. También hay cosas y consecuencias que vivimos por el pecado que nos rodea. Conozco a un chico que esta viviendo una etapa difícil y en vez de hacer lo correcto veo que se hunde más en su angustia y problema.
Creo que tiene que ver mucho el hecho que ha dejado fuera a Dios de su problema y de su vida en este tiempo tan crucial. Quizás tu seas uno de estas personas que estas viviendo una etapa súper difícil y estas a punto de darte por vencido. Quiero que consideres lo siguiente
1. Nadie dijo que ser Cristiano iba a ser fácil. El hecho que ahora estas en Cristo no quiere decir que no vas a vivir tiempos difíciles y que te mereces que todo sea perfecto y que tienes que vivir una vida sin problemas. Todos estamos propensos a vivir tiempos difíciles es parte de la vida. No te des por vencido.
2. No culpes a Dios por tus problemas o consecuencias de la vida. Es muy común que en tiempos difíciles culpes a Dios por lo que estas viviendo pero te quiero decir que la mayoría de veces los problemas que vivimos son por las consecuencias de nuestra propia rebeldía y pecado o de los que nos rodean. Dios no es el que quiere traer dolor a tu vida, al contrario el quiere que vivas una vida de victoria y una vida llena de felicidad. Pero mas bien hay que considerar nuestros caminos y quizás te des cuenta que no es Dios quien esta fallando sino tú. No te des por vencido.
3. Nadie tiene una vida contra pruebas o problemas, recuerda que no eres el único que esta pasando por problemas. Que bueno seria no pasar por esta etapa de la vida pero hay que entender que todos vamos a experimentar diferentes niveles de problemas en la vida y que durante este tiempo hay que recordar que no somos los únicos que estamos pasando por esto. Hay muchas personas que quizás están pasando por lo mismo o ya lo pasaron y sobrevivieron. No te des por vencido.
4. Todo lo que vivimos tiene un propósito. Dios es soberano y todo lo sabe y permite todo en la vida con un propósito no importando que tan grande sea lo que estas viviendo Dios tiene una razón y propósito para todo. Cada prueba o problema hay que tomarlo como una oportunidad para moldear nuestro carácter y aprender algo en la vida. Y lo mejor que hay que aprender de esto es, que no volvamos a cometer los mismos errores que cometimos que nos llevaron a esto, si es que fue por consecuencia de pecado. Y, que si no fue por consecuencia de pecado, ve esto como una experiencia donde Dios te quiere enseñar algo y moldear tu vida. Al final de todo Dios tendrá todo bajo control y veras como todo saldrá bien. No te des por vencido.
5. Dios nunca te deja durante el tiempo difícil. Hay personas que piensan que Dios no esta con ellos por que no se sienten feliz o con paz. No podemos medir a Dios con nuestras emociones o sentir. Quiero que entiendas que Dios es Dios, lo sientas o no los sientas.
El es Dios a pesar de la circunstancia que te oprime. El hecho que estas pasando problemas no quiere decir que ya se fue Dios. El dijo que nunca te dejara ni te desamparara y la buena noticia es que su palabra es fiel. No te des por vencido.
6. Dale a Dios todos tus problemas. Dile a Dios que te ayude y entrégale todas tus cargas. Es mejor pasar una etapa difícil de la vida con Dios que sin Dios. El puede tomar todos nuestros problemas y remediarlos muy pronto, pero si se tarda no te des por vendido la respuesta viene pronto. A Dios le interesa tu vida más de lo que en veces pensamos no importando que tan grande sea esta situación. El va a tomar todo bajo control. No te des por vencido.
7. Ten paciencia y veras como Dios mejorara todo en su tiempo. Vivimos en una generación que todo lo quiere ya. No podemos imponerle a Dios que nos quite nuestros problemas nada mas porque se nos antoja. Todo lo que vivimos tiene un proceso y consecuencia y tendremos que esperar el tiempo de Dios. Quizás Dios te ayude con tu problema pero hay que pagar la consecuencia de todo. El sabe todo y es el único que puede arreglarlo todo, es soberano y en su tiempo el lo hará. No te des por vencido.
8. Deja tu problema como un legado para que otros aprendan de el. No veas tu problema como algo de que apenarte. Muchos pueden aprender de el. Dios permite cosas en nuestra vida para que podamos ayudar a otros. Hay miles de personas que están pasando lo mismo y ellos necesitan ayuda. Que tu situación sea una bendición para otros. Ayuda a que otros no pasen por lo mismo. Recuerda que Dios tiene un propósito para todo en esta vida. No te des por vencido.
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